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Villavicencio. El perdón es la mayor recompensa que Dios nos da a los mortales, dijo José Libardo Forero Camero al Noticiero del Llano.
Este ciudadano hoy ejerce como Sargento de la policía nacional, trabaja en Villavicencio y vive con su esposa e hijos, quienes no lo abandonaron un solo momento durante los más de trece años que permaneció en la inhóspita selva, secuestrado por las Farc, que afortunadamente ahora con la firma de los acuerdos de paz, han dejado las armas.
Forero jamás se doblegó, allí estuvo resistiendo en asocio de los compañeros que fueron mal tratados por los entonces guerrilleros, después de la toma de Puerto Rico, ocurrida el 10 de julio de 1.999 y el 12, se tuvieron que entregar porque la munición se les acabó a los valientes policías y la ayuda necesaria no llegó…
Cinco uniformados murieron en la estación de policía a la que defendieron hasta perder el último cartucho. Otros 28 policías se los llevaron los insurgentes y padeciendo los rigores de la selva, amarrados, enjaulados y solo con un radio, todos los días, a las 7:00 de la mañana escuchaban los mensajes que las madres, esposas , hijos y demás familiares enviaban por el Noticiero del Llano, el primer medio en Colombia que estableció este sistema, después repetido por quienes convirtieron esta labor en actividad política para su provecho.
Mensajes enviados desde las montañas por los policías, y los demás ciudadanos secuestrados, entre ellos Alan Jara, fueron recepcionados por Alcides Antonio Jáuregui Bautista y llevados a sus parientes y difundidos ampliamente, ya que enviados directamente, o en casettes
El sargento José Libardo Forero y otros, liberados después de trece, quince y más años, todos sin excepción, han perdonado y señalan la paz como fundamento de vida.
Se calcula en más de ocho millones de personas, hombres, mujeres y niños, víctimas de la violencia.
Desterrados de sus parcelas, humillados, sin forma de vida en las ciudades, algunos están retornando a sus predios en el campo.
Muchos de estos niños no han llegado a la mayor edad, algunos de los abuelos han muerto, miles fueron asesinados, otros desaparecidos y lamentablemente, ahora con actos criminales cometidos por quienes no se sometieron al proceso de paz, por narcotraficantes y por elementos inescrupulosos y organizaciones guerreristas, se registran nuevos actos que el pueblo repudia y que quienes han sufrido el flagelo de la guerra, no quieren siquiera recordar.
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