Se apaga la esperanza en el buque de refugiados en Lesbos
Ingrid Haack y Ana Mora Segura
Mitilene (Grecia), (EFE). El medio millar de refugiados que llegaron a la isla de Lesbos desde el estallido de la nueva crisis migratoria con Turquía el pasado fin de semana ya tienen un destino definitivo: serán internados en un cuartel en el norte de Grecia a la espera de ser deportados.
Mientras esperan pacientemente bajo la lluvia a su registro policial sus rostros muestran cansancio. A pesar de la tan fresca experiencia traumática que han vivido, los muchos niños presentes corretean entre los autocares policiales que les están sirviendo de cobijo provisional hasta poder embarcar.
Es evidente que los recién llegados, entre los que hay muchos afganos y somalís, no saben lo que les espera. Se echaron a la mar alentados por Turquía y creyendo que las fronteras a Europa estaban abiertas.
A pesar de las promesas vanas y la necesidad imperiosa de creer que hay un futuro mejor esperando al otro lado de la costa, en los últimos tres días el mal tiempo ha impedido la llegada de más embarcaciones a las islas del Egeo.
Cuando corrió el rumor de que llegaba el barco, muchos inquilinos del nefasto campo de Moria, en el que malviven desde hace años más de 20.000 personas, corrieron a la capital convencidos de poder embarcar también ellos.
No saben que ese barco no los llevará hacia la libertad, que su condición en el campo, aunque pésima, al menos ofrece una posibilidad remota de salir algún día, legal o ilegalmente de esta isla. EFE