El peligro de irnos al abismo
Vamos sin rumbo, señalan los que saben de lo social y económico.
Nos desbocamos, afirman los politólogos referenciando la conducta de quienes tienen el poder político, y cada día en lugar de hacerlo decorosamente, irrumpen torcidamente con sus actuaciones.
Los llamados chanchullos, el peaje, el regalito, la componenda y la coima, todo esto está a la orden del día, y se multiplica por el accionar indecoroso de unos y otros, de los que ofrecen y de los que recibe.
Ahí está pintada la manifestación de Santa Teresita: quién es más pecador, el que paga por pecar, o el peca por pagar.
La verdad es que unos y otros, y esto se ve reflejado durante las campañas electorales, donde se entregan multimillonarias sumas de dineros y otros bienes a los candidatos, a los no comprometidos socialmente, para que adelanten sus campañas y convenzan, no con iniciativas y buenas ideas a los electores, sino con el billete que compra la conciencia del votante.
Y cuando llegan ilícitamente al poder, se vuelven títeres de quienes les ayudaron económicamente y siguen las orientaciones de los caciques, gamonales o adinerados deshonestos.
Esa es la ruleta de la vida politiquera, la que impera en nuestro medio, y que molesta a estos personajes que se aprovechan del dolor ajeno, de la miseria que vivimos en Colombia y de la irracionalidad con que obran quienes detentan el poder político y económico, pero también exonerando a quienes actúan en la actividad política y lo hacen con decoro y espíritu social.
Por Alcides Antonio Jáuregui Bautista