La jueza de Trump evita pronunciarse sobre el aborto, las armas y la religión
Washington (EFE).- La jueza ultraconservadora Amy Coney Barrett, nominada para el Tribunal Supremo por el presidente de EE.UU., Donald Trump, encajó los golpes de los senadores demócratas sin perder la compostura y sin ofrecer siquiera una pista acerca de cómo fallará en casos tan importantes relacionados con el aborto o el futuro del Obamacare.
«Los jueces no pueden levantarse un día y decir: tengo una agenda, me gustan las armas, odio las armas; me gusta el aborto, odio el aborto. Y simplemente andar por ahí como una reina e imponer su voluntad al mundo», dijo con cierta ironía Barrett durante el segundo día de audiencias en el comité judicial del Senado. Barrett, católica, de 48 años y madre de siete hijos, usó frases similares para huir de las punzantes preguntas de los demócratas: aseguró una y otra vez que ella no tiene ninguna agenda política y que su objetivo es apegarse a la Constitución para decidir cada caso por separado.