Cada día los colombianos afrontamos una tormenta
Por Alcides Antonio Jáuregui Bautista
Nos conturba el proceder de algunos de nuestros gobernantes, el actuar de la clase política, de los empresarios, de los trabajadores, de la parsimonia y el desgano de la nación.
¿Será entonces que extraviamos el rumbo, tomado el camino equivocado, que hemos pasado el semáforo en rojo, que no nos ajustamos el cinturón de la realidad, que pasamos desapercibido lo que nos puede servir como experiencia, que nos faltan ganas y debido a la tempestad que padecemos nos reaccionamos, para de esta manera combatir esta pandemia que es peor que el coronavirus?
Seguramente nos mostramos pusilánimes ante la diaria ocurrencia, lo que viene sucediendo y se repite, y que no se corrige, sencillamente porque falta liderazgo, conductores comprometidos con el cambio social y solo en el panorama tenemos a una grupo de politiqueros entretenidos con el poder, y sometidos a lo que diga el caudillo, a quien se le acata con obediencia suma, porque ellos, los que orientan los partidos, los que están en el poder, adoptan las decisiones que son aceptadas, ya que cada uno de estos sumisos reciben su mermelada, lo hacen casi que secretamente, mientras el pueblo, José Dolores, por falta de una persona con autoridad, carisma y capacidad enfrente la realidad y asuma, como lo hizo Jorge Eliecer Gaitán en su época, una actitud de responsabilidad social que oriente a las masas que están constreñidas, adormecidas, sin valor por falta, precisamente de un guía, de alguien con principios morales e idoneidad, asuma el volante de este vehículo que va por el despeñadero.
Vivimos en medio del despelote. El DANE la máxima autoridad estadística en Colombia, señaló con cifras concretas el grado de miseria de quienes vivimos en este país. También organismos de la mayor solvencia han señalado el monstruo de la corrupción. El señor Presidente Iván Duque, dice muchas cosas, empuja, sus disertaciones se amañan a las circunstancias, pero la nación no se mueve, la economía se reactiva a menos de media máquina, la Justicia no camina, los policías, militares, periodistas, curas, empresarios, mujeres y hombres son sindicados de actos indelicados.
Y es cierto: se han robado la refinería de Cartagena, las EPS, los hospitales, la comida de los escolares. Han sido mal invertidos los dineros destinados a controlar la pandemia, las cárceles son escuelas del crimen, los Planes de Ordenamiento Territorial han servido para enriquecer a los avivatos, y muchas cosas más se pueden decir, pero tiempo y el papel se agotan, como también la paciencia de este pueblo cansado de tanta injusticia.
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