La paz de Colombia, una quimera cuatro años después de la firma del acuerdo
Jorge Gil Ángel
Bogotá. (EFE).- Hace cuatro años el Gobierno colombiano y las FARC firmaron un acuerdo de paz para poner fin a más de medio siglo de conflicto armado, un sueño que hoy parece lejano por el asesinato de 243 exguerrilleros y la posibilidad creciente de un nuevo ciclo de guerra.
El ambicioso documento que firmaron el 24 de noviembre de 2016 el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos y el último jefe de la guerrilla, Rodrigo Londoño, contiene objetivos de transformación social profunda, incluida una reforma rural, que hasta el momento no han tenido mayor desarrollo.
Otra amenaza se cierne sobre uno de los pilares del acuerdo: las propuestas del partido de Gobierno, el derechista Centro Democrático, para derogar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que investiga y juzga los crímenes cometidos con ocasión del conflicto armado.
«Estamos llegando al límite objetivo (para que se quiebre la implementación) que son las cifras de líderes (sociales) y excombatientes asesinados y la posición muy agresiva contra lo que queda del acuerdo por parte del partido de Gobierno, que es el intento de destruir el aparato de justicia transicional», manifestó a Efe el investigador Francisco Gutiérrez Sanín.
Para el experto, que vaticina en el libro «¿Un nuevo ciclo de la guerra en Colombia?» (Penguin Random House) que el país se aboca a una nueva etapa de violencia si se sigue incumpliendo lo acordado, las dificultades de la implementación ya tienen efectos visibles, como el retorno a las armas de miles de exguerrilleros.
Sin embargo, el Gobierno señala que la reincorporación va bien y que hay vigentes, por ejemplo, 1.686 proyectos productivos individuales y colectivos que benefician a cerca de 5.000 excombatientes y en los cuales el Gobierno ha invertido 40.000 millones de pesos (unos 11 millones de dólares).
Desde que se firmó el acuerdo de paz han sido asesinados al menos 243 excombatientes, según la cuenta que lleva el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), surgido de la desmovilización de la guerrilla.
Entre tanto, los asesinatos de líderes sociales siguen creciendo y desde noviembre de 2016 son cerca de un millar, de los cuales 96 fueron cometidos durante el primer semestre de este año, según denunció el programa no gubernamental Somos Defensores en su informe semestral titulado «El virus de la violencia».