El Indio acostado de noche se sienta y envía un beso a su amada, señala el historiador Helí Ardila

Un hombre de letras, investigador, aventurero y patriota llegado de Santander, escribe la belleza del Llano.

Se trata de Helí Ardila Serrano, nacido en Zapatoca, quien nos visitó en el Noticiero del Llano, que ha rodado por el mundo conociendo, investigando, haciendo contactos, narrando  y mostrando la belleza que nos prodiga la naturaleza.

Es autor de varios libros, y como historiador, entre otros se destaca, “Tras el tesoro de los Guanes” donde expone la búsqueda y saqueo de los tesoros indígenas, verdadera razón que impulsó la gesta conquistadora española, en la leyenda de El Dorado y alude a la Casa del  Sol como señuelo, que llevó a los enviados al desafuero, al crimen y a la locura.

“De paraísos y los Dorados” es otra obra que alude a los Llanos de San Juan.

Señala  que la Sierra de la Macarena pronto dejará de ser un nombre signado por el dolor,  el sufrimiento y el insondable misterio. Para convertirse en una refulgente joya que  adornará el mapa de un pueblo tesonero y valiente que, poco a poco, de conflicto en conflicto, de diferencia en diferencia, de lucha en lucha, se ha ido labrando así mismo, el pueblo colombiano. La Gran Nación Colombiana.

Dice Ardila Serrano que “en un mundo convulso, por el que galopan jinetes apocalípticos de  superpoblación, destrucción de los recursos, cambios climáticos y sombras siniestras creadas por la angustiante y codiciada búsqueda del dominio planetario, que oportuno es el  remanso de paz que hoy estamos logrando los colombianos para mirarnos el ombligo y entender que estamos naciendo a la comprensión de que nuestro país es, sino único, el más bello pedazo de paraíso que queda de la obra de Dios, de los Dioses, o de la gran madre naturaleza, y nosotros, con todas nuestras equivocaciones, rencillas y torpezas, los herederos responsables de que esta tierra perviva”.

Es un deleite leer este libro, donde destaca la grandeza del territorio llanero, del Meta y de sus municipios, de San Juan de Arama y señala que el Indio Acostado es la recordación a Iraima, mujer a quien no pudo recuperar, y por eso permanece en lo alto de la montaña, pero a veces,  en la oscuridad de la noche, se sienta y le envía un beso a su amada.

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