Francisco Vera, el colombiano de 12 años que despunta en la cumbre del clima
Por Javier Albisu
Glasgow (R.Unido). (EFE).- Francisco Vera nació hace sólo doce años en Villeta, un municipio cercano a Bogotá, pero su asentado discurso sobre ecología en calidad de fundador del Movimiento Ambiental Guardianes y su elocuencia, le han dado una voz distintiva en la cumbre del clima de la ONU.
En ese foro climático que se celebra en Glasgow (Reino Unido) para intentar frenar el avance del cambio climático, Francisco ha pedido que los adultos escuchen a los niños a la hora de construir el mundo que les van a dejar en herencia.
«Hace falta incluir a los niños, que también tenemos un pensamiento crítico, unos argumentos bien estructurados y una forma de pensar diferente a los adultos. Los adultos nos están construyendo una sociedad desde su forma de ver y no desde nuestra forma de ver y por eso, en medio de esta crisis climática y ambiental, debemos ser incluidos», declaró en una entrevista con Efe.
Francisco Vera se dio a conocer en el Senado colombiano en 2019 con sólo diez años, donde pidió a la clase política «conciencia del daño que le hemos al medio ambiente» y que «legislen para la vida». Recibió felicitaciones hasta de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, y cuenta con una legión de seguidores en las redes sociales.
Ahora participa en su primera COP, en la que ha conocido a la célebre activista Greta Thunberg y donde el expresidente Estados Unidos, Barack Obama, llamó a los jóvenes a presionar a los gobiernos y empresas, pero también a escuchar a quienes son reticentes con la transformación energética y tienen miedo de los profundos cambios que se avecinan. «El ejemplo que pone Obama, yo lo pongo al nivel de Colombia. Por ejemplo con el veganismo, porque la gente dice que hay personas que no están convencidas porque comen carne. Pero en Colombia la gente no decide si come carne o come vegetales. Come lo que pueda comer porque a veces ni comen, sólo una comida al día», explica.
Y agrega que «eso nos hace reflexionar un poco sobre cómo la justicia social tiene que ver con la justicia climática. Sin justicia social no hay justicia climática, y al revés».
También los hay, dice, quienes son ideológicamente contrarios a esa transformación, bien porque «creen que es un cuento más, como también los que creen que el covid fue un cuento más», bien porque defienden «sus intereses económicos».
«Hay que llevarlos al territorio a ver cómo la gente sufre y cómo la ciencia le está atribuyendo esto a la negligencia y la terquedad de las fábricas y las industrias. Y de los Gobiernos, claro (…). Van a perder más en el futuro si no invierten ahora en el cambio climático», razona Francisco, al que le acompaña su madre.
Pide también «confianza» en «momentos de crisis que son muy difíciles» porque ya no queda tiempo para tomarse las cosas con calma y porque la transformación hacia una economía descarbonoizada «es un cambio para bien, no para mal».
«El problema es que (…) tuvimos tiempo para hacerlo pero no se hizo, y ahora tenemos que hacerlo pero más rápido. Ya no podemos hacer un proceso tan paulatino», añade.
El joven activista, al que en ningún momento se le borra la sonrisa de la cara y que cuando no atiende una agenda de adulto en una cumbre internacional de adultos juega en los pasillos como el niño que es, también tiene un mensaje para sus iguales, porque los pequeños pueden ser vector del cambio.
Un niño o una niña «puede reciclar, puede dejar el uso de plásticos de un solo uso (…), puede sembrar y consumir local», explica.
«El consumo local es muy importante. Ir a la plaza del mercado y comprar los alimentos ahí porque si compras algo que esté importado, pues vas a estar apoyando más emisiones, todo lo que costó traer esos alimentos en barco, en camión…», agrega.
Por último, el joven de rostro imberbe y ojos grandes que irradia entusiasmo y de mayor quiere ser astrofísico y servir al medio ambiente, anima a otros niños a seguir su ejemplo y movilizarse porque pueden «generar concienciación».
Espera que los menores como él tengan más voz en la próxima cumbre del clima, porque en la de Glasgow no se ha sentido escuchado «directamente por los Gobiernos».
En todo caso él, cuando sea grande, escuchará a los pequeños «porque eso es lo que deben hacer los adultos», concluye. EFE