Protesta en la Copa América, la intransigencia de directivos y posibilidades de triunfo
Protesta en la Copa América, la intransigencia de directivos y posibilidades de triunfo
Thomas Blanco
Periodista coordinador de newsletter (El Espectador)
Arrancó el viernes una Copa América con tintes especiales. La primera edición que se jugará en Colombia, su realización como un precedente para seguir apostándole al fútbol femenino en el país y la región; los tres cupos al Mundial Femenino de Australia y Nueva Zelanda 2023 y dos a los Juegos Olímpicos de París 2024, y la promesa de que aquí en adelante se jugará cada dos años y no cada cuatro o tres, como sucedió en las siete ediciones anteriores.
Podría incluso pensarse que Colombia busca una revancha luego de que el año pasado no pudiera realizarse la Copa América masculina por problemas de orden público y por la pandemia del coronavirus. Esta vez será posible llevar a cabo un certamen que potenciará el balompié femenino en la región y que tiene como favorita a Brasil -siete veces campeona del torneo-, que viene a defender el título que, desde 1991, solamente le ha sido arrebatado en una oportunidad por Argentina, cuando fue campeona en 2006, en la edición que se jugó en Mar de Plata.
Pero que esta celebración no maquille la dura realidad que siguen viviendo las futbolistas profesionales en el país. Un día antes de la realización del torneo, la Dimayor confirmó que no cumplirá su promesa y no organizará la Liga Femenina este semestre. De hecho, el debut con victoria 4-2 ante Paraguay, las jugadoras alzaron sus brazos en señal de protesta en los himnos.
Un paso atrás luego de que viniéramos de organizar la primera Liga Femenina con fechas de todos contra todos, de varios meses y con un récord de asistencia en la final. Además, ¿se imaginan que jugadores como David Ospina, Juan Guillermo Cuadrado y Wilmar Barrios no fueran convocados a la selección? Pues algo similar está ocurriendo en el equipo femenino: futbolistas como Natalia Gaitán (la capitana), Yoreli Rincón, Isabella Echeverry y Vanessa Córdoba, a pesar del gran presente que viven en sus clubes, no son tenidas en cuenta. ¿Por qué?
Las jugadoras y la prensa han denunciado supuestos vetos en la selección, pues los directivos, en cabeza de Álvaro González, les estarían cobrando haber exigido en el pasado mejores condiciones laborales. De hecho, la actual capitana del equipo, Daniela Montoya, ya pasó por ahí y estuvo un tiempo apartada de la selección.
Pero hablando de mejores cosas, Colombia, además por su localía, es una de las candidatas del torneo por la fuerza que ha cogido el fútbol femenino en el país por el empuje de sus jugadoras. En las dos más recientes ediciones de la Copa Libertadores, América y Santa Fe fueron subcampeonas, a pesar de la falta de ritmo de competencia, lo que demuestra el compromiso y el nivel de las mujeres en el territorio nacional.
El equipo, que tendrá a referentes como Daniela Montoya, Catalina Usme y Leicy Santos, y promesas como Gisela Robledo y Linda Caicedo buscará defender su condición de local y conseguir el título de la Copa América, que le fue esquivo en 2010 y 2014, cuando fueron subcampeonas del certamen al perder con Brasil.
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