El poder político y económico no es eterno
Cada día la situación es más difícil para todos y cada uno de los colombianos, pero la peor parte la llevan los llamados desheredados de la fortuna.
Es precisamente el pueblo, que paga siempre las consecuencias, debido al mal comportamiento de quienes han tenido las riendas del Estado, y nos han gobernado, pero solamente buscando el mayor beneficio, o sea sus intereses, para favorecer a los que denominan las oligarquías económicas.
Por eso a Colombia la domeñan el diez por ciento de los cincuenta millones de habitantes, ellos hacen y deshacen porque sus compromisos son económicos y abandonan lo social, ya que al cuarenta por ciento que llaman la “clase media”, queda entre la rubia y la morena, y es la mayormente afectada.
Y el otro cincuenta por ciento, es la que pasa toda clase de necesidades, que según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística carece de empleo, vivienda, educación, salud y recreación.
Es la desigualdad, ante la mirada despectiva de quienes detentan el poder, que desprecian a los pobres, aquellos que ahora están disfrutándolo, y se les olvida de donde vinieron y a donde han llegado, gracias a la comunidad, a los periodistas que ahora desconocen, pero que precisamente gracias a la tarea que en el pretérito cumplieron, los dieron a conocer.
Tienen estos engreídos, presumidos, jactanciosos, pero estultos, todo bajo su mandato, pero a pasar del dinero que poseen, bien o mal habido, no van a mantener esa posición eternamente, y algunos serán castigados con los votos por la sociedad, pero también el Dios que todo lo puede, como lo ha hecho con ciertos personajes.
El pueblo los condenará con el desprecio ciudadano, y el Dios del cielo, lo que es peor, con el fracaso financiero o la enfermedad, que los llevará a la tumba por miserables, indecorosos, desleales, incumplidos, insolidarios e ingratos.
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