Escandaloso aumento en los artículos de primera necesidad señalan las amas de casa
Como no hay control de precios, cada cual hace lo que le viene en gana con el consumidor, señalaron amas de casa.
Los precios de la casi totalidad de los alimentos, las drogas y los servicios públicos, sigue la carrera ascendente, mientras que el gobierno nacional, embebido con el cuento de la pandemia, que si es real, sigue produciendo normas que en lugar de beneficiar al trabajador, prodiga satisfacciones económicas a los banqueros.
A los campesinos que producen se les pagan precios irrisorios por los artículos como el plátano, la yuca, frutas, el arroz, y en las ciudades, a más de las excelentes utilidades que tienen los intermediarios, la cadena se consolida con los precios en los Fruver, plazas de mercado, pero especialmente en los almacenes de cadena, que no se puede desconocer vende de buena calidad, pero con valores exorbitantes.
El kilo de pera vale once mil pesos, el plátano verde mil seiscientos pesos el kilo; el melón a cuatro mil pesos kilo; el mango Tommy a cuatro mil; Maracuya a hasta cinco mil pesos; curuba a tres mil setecientos, cebolla cabezona, la roja y la blanca a mil quinientos y tres mil pesos, el banano a tres mil pesos.
Las drogas, los precios los imponen los laboratorios, y si bien es cierto que durante el Ministerio de Salud de Alejandro Gaviria, gracias a su gestión, se rebajaron muchos productos de esencial consumo para aliviar y curar enfermedades, ahora este gobierno no ejerce ninguna clase de control.
Los precios de los servicios de acueducto y alcantarillado, que los combinan para pagar más; los de energía, telefonía y gas, se elevan de precio inmisericordemente, y cuando se ejerce el derecho al reclamo, no queda “otra cosa que la ley del pataleo”, dijo una angustiada señora, que en su casa tiene una pequeña nevera, dos bombillas ahorra energía y un radio, y le llegó la factura por ciento cuarenta y cinco mil pesos, y lo mismo ocurre con el acueducto y al reclamar le dicen que “por ahora pague y después, miramos como le podemos colaborar y solucionar el problema”, pero eso no ocurre, y todo sigue igual, porque los controles no existen, y el pueblo, especialmente de los estratos uno, dos tres, siguen sufriendo las consecuencias.
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