La falta de dinero obliga el desequilibrio mental
Por Alcides Antonio Jáuregui Bautista
A quienes no poseen riqueza económica se le vuelve la vida una tortilla.
Tortilla que no pueden masticar por la falta de dientes para digerir la situación que se le presenta en la casa, taller, oficina, o el sitio donde se encuentre.
Son muchas las dificultades, porque la falta de trabajo, le genera la carencia de lo necesario en su hogar, y de ahí surgen las eventualidades, porque su familia, cualquiera que sea la cantidad de sus integrantes, hace solicitudes, y en ocasiones exigencias que no se pueden cumplir.
De ahí que la vida tome otro giro, porque si se carece de los medios económicos, el tormento adquiere nuevas dimensiones, las preocupaciones se acentúan y en algunos casos se registra el desequilibrio mental.
Eso que llaman estrés empieza a jugar, y se ingresa en el mundo del desespero, la confusión, la angustia, el no poder dar, el no poder recibir, porque no tiene quien le aporte.
Sí es joven, ingresa al mundo de la desesperación, y si de pronto una luz se muestra en el camino, consigue un empleo y da gracias a Dios porque su carrera como profesional empieza a cristalizarse, se encuentra con los anuncios del gobierno, que como premio le van a imponer más impuestos, y otra vez entra en juego la desesperación.
José Dolores, Juan Pueblo y Juan Bimbas hacen parte de los millones de colombianos, que sufren el flagelo de quienes toleran la indisciplina, ayudan a los poderosos, sirven a los politiqueros y son cómplices de aquellos que cada año se roban más de cincuenta billones de pesos de los tributos que paga el pueblo.
El nuestro, el colombiano, es aguantador, tolera, es muy paciente, pero también tiene un despertar y eso es lo que viene ocurriendo, porque se encuentra hastiado que los mismos con las mismas estén gobernando, que prometan pero no cumplan, que triunfen políticamente y sigan engañando a la sociedad.
De ahí que hayan surgido las protestas, puesto los muertos, denunciado desapariciones, que salgan a las calles a pedir la justicia, que es permanentemente negada por un gobierno que se precia de demócrata, pero que es títere, que cede a las presiones de quienes domeñan este país, porque poseen el poder político y económico.
He ahí que vamos a tener que pasar de las solicitudes respetuosas y pasivas, a hacer las exigencias terminantes y perentorias.