La ganadería está arrasando la reserva natural donde viven los Nukak, en Guaviare
La ganadería intensiva en Guaviare está arrasando sin piedad los bosques de la reserva natural donde viven los Nukak, último pueblo nómada del país.
Desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016, el Resguardo Nukak, ubicado entre los ríos Guaviare e Inírida, ha perdido 36.942 hectáreas de selva.
Primero la coca y luego la ganadería han convertido este territorio en un campo de disputa. Las cifras son alarmantes: entre 2016 y 2022 el hato bovino del Guaviare creció un 90%, mientras que el departamento se convirtió en el segundo con mayor deforestación, perdiendo 11.467ha en 2023.
Con datos de vacunación del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), se evidenció un crecimiento acelerado del hato bovino dentro del Resguardo Nukak, que pasó de 281.611 bovinos en 2016 a 534.531 en 2022.
La vida de este pueblo transcurría en armonía con la naturaleza: cazaban con cerbatanas, pescaban en las aguas cristalinas y recolectaban frutos en los senderos que solo ellos conocían y caminaban.
Pero desde hace algunos años este panorama se ha visto alterado por el sonido del hacha y la motosierra, que se han convertido en un eco constante del arrasamiento de su territorio.
Hoy en día los nukak, junto a etnias como los Tucano y los Jiw, deambulan por San José del Guaviare vestidos como cualquier otro habitante, con camisetas de algodón, pantalonetas de equipos de fútbol o de campañas políticas y crocs, sandalias o botas pantaneras.
Además visten joyas, caimanes, aretes, e incluso una gorra que dice «Jesús». Atrás quedaron los taparrabos y la vestimenta tradicional con la que se hicieron conocidos por la sociedad. La selva tampoco es la misma. Donde antes se escuchaban los cantos de las aves, ahora resuena el mugido del ganado.
