¿Por qué el cambio de tiempo afecta a la salud?
¿Cuáles son las razones por las que el cambio de tiempo afecta a la salud? Hay una parte de la ciencia que lo estudia y que se refiere al fenómeno como meteosensibilidad. Te contamos todo lo que debes saber en este artículo.
El cambio de tiempo afecta a la salud en múltiples aspectos. La climatología tiene efectos colaterales en diversos ámbitos de la vida humana, incluido el cuerpo y su funcionamiento.
Por ejemplo, es cierto que hay mayor cantidad de infecciones respiratorias en invierno y que en verano se incrementan los casos de deshidratación. Esto que parece obvio, en realidad responde a los cambios de tiempo que modifican el ecosistema.
El ser humano vive inserto en ambientes cambiantes. Salvo por contadas excepciones del planeta en las que la estabilidad de la temperatura es muy constante, en el resto de los lugares el tiempo oscila entre dos, tres o cuatro estaciones.
Tanto la temperatura del aire como la presión atmosférica y el grado de precipitaciones son elementos constituyentes del clima. El juego de fuerzas entre ellas inflama o desinflama, aumenta la circulación de microorganismos o la detiene, mejora el ánimo o deprime.
Vamos a ver, a través de tres ejemplos claros, cómo el cambio de tiempo afecta a la salud. Si ya sabemos de antemano a qué somos más susceptibles en cada época, podemos tomar medidas para prevenir los trastornos.
El caso de los dolores articulares por el cambio de tiempo
El dolor en las rodillas ante el cambio de tiempo es un sufrimiento clásico, sobre todo en personas mayores. Si aumenta el frío del ambiente o la humedad, las personas con artrosis y artritis suelen pasarlo peor.
La reumatología conoce esta relación desde hace tiempo y es parte de los protocolos reforzar los analgésicos en las épocas invernales, por ejemplo. Se asume que habrá más dolor y que se necesitará un añadido de antiinflamatorios.
El verdadero origen de esta agudización es la presión atmosférica. Se entiende como tal a la fuerza que ejerce el aire sobre un punto de la atmósfera.Esta presión externa afecta la presión interna del cuerpo, incluida la que podría medirse dentro de las articulaciones.
Como la rodilla es un espacio casi cerrado, un aumento de presión dentro generará dolor. En una persona sin patologías articulares no pasará nada, pero en casos de artrosis sí.
Resfriados en cualquier época del año
En términos epidemiológicos, las infecciones respiratorias altas son propias del otoño y del invierno, asociadas a las bajas temperaturas ambientales. El frío reduce la movilidad de los cilios que barren la mucosidad aérea y favorecen el ingreso de microorganismos.
Sin embargo, el mismo efecto se logra con el aire acondicionado, lo que explica gran parte de los resfriados del verano. Así, estamos ante un cambio de tiempo artificial que afecta la salud.
El aire acondicionado también reseca el ambiente. Esto disminuye la humedad natural de la nariz y de la garganta, lo que repercute en la función de barrera frente a bacterias y virus y resulta en otro factor más de infección.
El clima modifica los hábitos de reunión y de contacto social, con lo que agrega contagiosidad. En invierno nos reunimos bajo el mismo techo por muchas horas con poca ventilación y los microorganismos tienen más posibilidad de pasar entre persona y persona por la cercanía.
El estado de ánimo y los cambios de tiempo
Estudios científicos que compararon grupos de personas con mayor exposición al aire libre frente a otros con más tiempo en interiores a causa de climas fríos demostraron que el ánimo varía respecto a la temperatura. En las latitudes de frío extremo las personas son más propensas a la depresión.
El dato no es menor si lo vinculamos a las tasas de suicidio, que se hacen más altas en países y regiones geográficas frías. Esto podría deberse a la baja exposición a la radiación solar, que tendría efectos negativos en el ánimo de los ciudadanos.
De todos modos, en climas muy calurosos tampoco hay un ánimo alegre todo el tiempo. Las regiones caribeñas, por ejemplo, son susceptibles a huracanas y vientos potentes que estimulan la exacerbación de enfermedades psiquiátricas en el período posterior a las tormentas.
Anticiparse al cambio de tiempo
Una forma de cuidar la salud es anticiparse a los cambios de tiempo que ya conocemos. En el invierno, por ejemplo, podemos tomar medidas preventivas que reduzcan nuestras posibilidades de enfermar de gripe.
La exposición solar es otro factor que deberíamos aprovechar. Si según la previsión meteorológica conocemos los días soleados que habrá en una semana otoñal, deberíamos programar salidas para tomar la radiación del sol.
En definitiva, el clima no es algo que vayamos a controlar, pero estamos en condiciones de adelantarnos a veces para actuar en consecuencia. Así que, si quieres proteger tu salud, revisa el pronóstico del tiempo.
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