Urge la presencia de mujeres y hombres honestos, comprometidos y con actitud de liderazgo
Al comenzar la aurora de un segundo semestre en este año, nos queda la satisfacción de estar con vida, gracias a Dios.
Definitivamente se fueron buenos amigos, colegas, familiares y personajes que tejieron historia.
La vida debemos vivirla intensamente, sin tregua, sin pausa y sin prisa.
Esta pandemia nos ha afectado a todos, pero continuamos en la brega, sin saber cuando llega el momento de la despedida, si es que se nos da esa oportunidad, porque podemos marcharnos inesperadamente, repentinamente, a lo mejor cuando nos ilusionábamos con el mañana, el encuentro con alguno de nuestros semejantes, de visita a algún lugar, a algún pariente, o sencillamente cuando pensábamos en la redención económica después del desastre, fruto de la recesión.
Pero no importa, porque plenos de fe y entusiasmo, avizoramos un futuro mejor, con menos muertos, con menos violencia, con la disminución de la miseria que ocasiona hambre, desnudez e ignorancia.
Difícil, pero no imposible de coronar esta ambición, si con entusiasmo, el mayor afecto y actuando con conciencia social, en la parte final de este año, procederemos el próximo, votando por personas honestas, dejando plantados a los bandidos, y antisociales de alto coturno que se muestran como aspirantes a cargos de elección popular, pero son señalados amantes de la corrupción.
Lo ocurrido con el descarrilamiento de los políticos de siempre, nos señala que debemos tomar nuevo rumbo, porque de lo contrario, la situación colectiva va a empeorar, y los que pagamos las consecuencias, somos, precisamente, quienes tenemos un sano comportamiento.
Villavicencio, el Meta, la Orinoquia y Colombia merecen una mejor actitud, urge la presencia de mujeres y hombres valientes, aguerridos, dinámicos con compromiso de liderazgo, de dirigentes comprometidos, con los pobres, los desposeídos de la fortuna, de quienes tienen sed de Justicia Social.
Por: Alcides Antonio Jáuregui Bautista